sábado, 5 de agosto de 2023

Unas palabras sobre el paisaje y la vida en las alturas*

 LA PUNA Y LOS ALTOS ANDES


Quien haya creído haber pasado por un desierto probablemente deshabitado mientras alguna vez transitó raudamente un camino de la Puna y atravesó los Andes habrá estado equivocado.

Tal vez haya querido escapar de sus dominios inmediatamente el que miró la cordillera sin verla. Pero bueno es saber que este lugar sólo excepcionalmente enamora en la primera cita; a estas alturas hay que conocerlas en su intimidad para comprenderlas, para quererlas, y así, al cabo tal vez de algunos desencuentros, sentirlas parte de uno.

Las laderas escarpadas, las estepas inmensas y los arroyos helados son el hogar de una multiplicidad de seres vivos, animales y plantas, que en una primera impresión resulta difícil de imaginar.

Es menester tener la experiencia de la sal crujiendo bajo los pies en los salares inmensos, del viento helado arrancando lágrimas, y del asombro ante el cielo azul, inconmensurable, gigante, y frente al cual nos sentimos inclinados a comprender la verdadera esencia de nuestra dimensión.

A pesar de sus rigores, ésta es la tierra que una importante variedad de plantas ha sabido conquistar y que muchos animales han elegido para vivir y para criar a su descendencia, lo que es lo mismo que hacerla su patria.

Conocer su vida y sus historias es maravillarnos a cada instante, y es, al mismo tiempo, enriquecernos como personas, y la oportunidad para volvernos mucho más humildes. Para el que verdaderamente ha tomado contacto con estos paisajes, complicada es la tarea de olvidarlos.

Porque el que vio pasar al menos una fracción mínima de su vida en los rincones puneños y altoandinos, siempre los estará recordando; periódicamente estará volviendo. El conjunto de las aves que los habitan constituye una parte inmensamente bella de lo que son y de lo que representan. Los flamencos y los cóndores, las avocetas y los colibríes, las guayatas, las camineras y las dormilonas conforman un rico y diverso elenco de biodiversidad, que todo aquel que ama la naturaleza está llamado a conocer y que todos estamos obligados a proteger.

*Del libro “Aves de la Puna y los Altos Andes del Noroeste de Argentina”, de Elio Daniel Rodríguez. Mudo Editorial. Salta. 2011.


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