viernes, 16 de agosto de 2024

 

Gimnasta, soldado y ornitólogo

Las tres vidas de Gunnar Höy

 

Por Elio Daniel Rodríguez

 

A la memoria de Gunnar Arthur Höy, notable ornitólogo. Hace muchos años me obsequió un pajarito taxidermizado que había encontrado muerto por el frío y me narró sus historias de proezas deportivas, enfrentamientos armados y aves encantadoras.

 

Cuando Gunnar Höy finalmente se estableció en la ciudad de Salta –¡tan distante de su lugar de nacimiento!–, una de las primeras cosas que hizo fue comprar la herramienta que le permitiría sobrevivir en su nueva patria. La máquina de coser Brothers, que adquirió entonces, todavía se conservaba en impecable estado cuando la vi en 2014, y hasta funcionaba, preservada como una reliquia familiar.

Por supuesto que ya entonces tenía la idea de dedicarse en Argentina a la ciencia de las aves, la ornitología, pero antes debía lograr vivir de algún trabajo, y conseguir para él y su familia, que había traído en larga travesía cruzando el Atlántico, un ingreso económico suficiente como para poder satisfacer las necesidades elementales de un hogar.

Era sastre de profesión; ocupación que le había sido transmitida por vía paterna en su natal Noruega. De hecho, su padre era propietario de una importante sastrería –una fábrica de ropa de esos tiempos– en la que se desempeñaban varios empleados y en la que el dueño del lugar trabajaba en la confección de prendas por encargo, muchas veces de personalidades prominentes del país.

Gunnar siguió los pasos de su padre en el arte de la sastrería, pero se especializaba, sobre todo, en ropa de mujer. Para ello, se había capacitado durante tres años y había tenido que afrontar también su año de aprendiz, tras lo cual rindió un examen, frente a su padre, obteniendo recién después su habilitación formal para poder trabajar, incluso de manera independiente.

En la ciudad de Salta, con gente por lo general resuelta a entablar relación de amistad con extranjeros, y en tiempos en los que no existía el número de comercios dedicados a la venta de prendes de vestir que se ven en la actualidad, el recién llegado sastre tuvo trabajo muy pronto, y una relativa tranquilidad, que por años había sido renuente a sobrevolar la familia, comenzó a hacerse realidad.

Por cierto, Gunnar no sólo confeccionaba ropa para la ocasional o frecuente clientela que llegaba hasta su casa, sino también para los miembros de su propia familia. Sus hijos vestían los pequeños trajecitos que las manos habilidosas del padre fabricaban, y su esposa lucía los tapados hechos también por él con la piel de los zorros que por entonces cazaba en sitios como en el que ahora se asienta el barrio Grand Bourg, dominio, en aquel entonces, sólo de la flora y fauna salvajes.

Comenzó a coser, y a pintar. Y mientras tanto, inició gestiones para ingresar en la Universidad Nacional de Tucumán. Soñaba con la posibilidad de que se creara un museo y ansiaba poder trabajar en él con las aves, que aprendió a conocer desde su lejana infancia en Escandinavia.

En realidad, en un primer momento, cuando los acontecimientos le mostraron que debía alejarse para siempre del país en que nació, no pensó en Argentina. Su intención era radicarse en Addis Abeba, capital de Etiopía. Perseguía el objetivo de instalarse en un lugar poco desarrollado y comenzar allí con sus estudios ornitológicos, hacer un museo y publicar trabajos científicos, y en su imaginación, ese rincón de África ofrecía buenas oportunidades. Ya había iniciado los trámites para emigrar a este país, cuando se encontró con Kjeld Christensen. Fue una casualidad.

Kjeld había estudiado la carrera de medicina en su país natal, pero se dice que le faltaban aún un par de materias para obtener su titulación. Él ya estaba radicado en Argentina y trabajaba en el hospital de Aguaray. Cuando encontró a Gunnar, estaba de regreso en Noruega con el objetivo de rendir las materias pendientes y obtener finalmente su título. Había nacido él también en Noruega, el 24 de junio de 1917. Era un dotado gimnasta, que se destacaba en la disciplina de caballete; fallecería en Salta el 20 de julio de 1983, con 66 años de edad1.

En su encuentro con Kjeld en Europa, Gunnar le contó acerca de sus planes para trasladarse a Addis Abeba, pero Kjeld lo desanimó pronto de esa idea. Le dijo que Etiopía presentaba problemas sociales y económicos considerables, y que seguramente la situación iría empeorando con el correr de los años. Además, según su visión de las cosas, para un europeo como Höy no sería nada fácil radicarse en aquel país. Le insistió en que viajase a la Argentina; le contó algunas cosas sobre el país –del que Gunnar lo ignoraba todo–; le dijo que la gente era amable con los extranjeros, que no había un sentimiento anti alemán, y, sobre todo, le informó que aquí, en materia de ornitología e investigación científica todavía estaba todo por hacerse.

Aquella conversación con Kjeld modificó de tal modo las ideas de Gunnar sobre la elección del lugar para radicarse, que el destino de la familia cambió de una vez y para siempre. Viajaron a la Argentina; dejaban atrás algunos duros años de guerra y privaciones. Confiaban en el futuro.

Gunnar Arthur Höy nació en Noruega, el 17 de noviembre de 1901 y muy pronto, siendo casi un niño, sintió una profunda atracción por el universo maravilloso de la naturaleza y sus aves. Gustaba mucho de la soledad, y en los años de su adolescencia disfrutaba recorrer el bosque y pasar las noches entre los árboles; allí comenzó a colectar aves, que llevaba al museo. Halló nidos que hacía mucho tiempo que no se encontraban, y fue conformando una variada colección de huevos. Con el paso de los años, su interés fue creciendo, y así tomó contacto con el Museo de Historia Natural de Oslo, donde realizó sus primeras prácticas  en el arte y técnica de la taxidermia y en la ciencia de la sistemática.

Sus primeras publicaciones datan del año 1924, cuando sólo contaba poco más de veinte años. Estos trabajos se interrumpieron en los inicios de la década de 1930 y continuaron recién treinta años más tarde, ya en Salta, dueña de una avifauna, obviamente, muy diferente a la conocida por Gunnar Höy en su Noruega natal.

Durante una parte de los treinta años en que Höy no publicó ningún trabajo sobre las aves tuvo lugar la Segunda Guerra Mundial, de la que el ornitólogo tomó parte activa. Pero ¿cómo es que este noruego nacido en 1901 llegó a participar en aquel conflicto bélico? Para responder a esta pregunta hace falta retrotraerse un poco más atr.as.

Gunnar Höy amaba profundamente la actividad física. Había sido en su Noruega natal campeón de gimnasia artística en 1930, llegó a ser preparador olímpico, y él mismo se preparaba para participar de las Olimpiadas del año 1940. En 1936 había asistido a las competencias olímpicas que se desarrollaron en Berlín y quedó profundamente conmocionado por todo el despliegue y la organización que pudo observar. En el club al que asistía a entrenar fue donde conoció a la que sería su esposa y madre de sus hijos, Tordis Helena Olsen2, de profesión fisioterapeuta.

Por aquellos tiempos Höy también había sido invitado a las competencias que desarrollaban los clubes Sokol, que eran entidades pertenecientes a un movimiento deportivo de origen checo, no solamente asociado específicamente a la gimnasia, sino también a una determinada visión de la cultura y la política.

La vida de Gunnar Höy pasaba por la práctica del tiro y por la gimnasia, pero identificado con ciertos aspectos de la política y la sociedad germana de entones, se involucró en la guerra luchando para Alemania, combatió en el frente ruso y su vida cambio para siempre. En una charla que mantuvimos hacia los inicios de la década de 1990, me contó cómo había sido su incorporación a las fuerzas alemanas. Me dijo que convertirse en SS no era fácil; entre otras cosas debía tenerse una estatura de, como mínimo, 1,70 m y en la dentadura de los aspirantes no debían faltar más de dos dientes. El otro requisito –tal vez el más limitante para él– era el de la edad. Se admitían combatientes de no más de 35 años y Höy ya tenía para entonces 38 años. No obstante, su excelente preparación física y su habilidad para el tiro le permitieron el ingreso a la división Wiking, de la Waffen SS, una división conformada en buena parte por voluntarios escandinavos, pero también por soldados de otros países europeos. Peleó durante 1 año y 7 meses, habiendo participado –me lo dijo mientras me mostraba un papelito con nombres extraños para mí pegado en su álbum de fotografías– en las batallas de Mius, Rostow, Donet, Kuban, Maikop, Terek, Grosny, Alagir y Malgobek. Habiendo sido herido en combate, terminó la guerra para él como soldado y regresó a Noruega, que estaba ocupada por los alemanes.  

Vivieron en una casa en el bosque, en una zona muy próxima a la frontera con Suecia. Un cuadro que pintó Gunnar pocos años antes de su fallecimiento refleja el espíritu del lugar, con un urogallo encaramado en lo alto de un hito fronterizo, en medio de un bosque que parece atardecer.  Allí habitaron una vivienda con otra familia, de la que eran parientes, alimentándose de lo que lograban cazar.

Con el tiempo, las cosas cambiaron, y cuando se produjo la victoria de los aliados, Gunnar y su esposa buscaron refugio en Suecia. Allí fueron detenidos y Gunnar ingresó a un campo de concentración de prisioneros para varones mientras que su esposa fue destinada a un campo de concentración de detenidos femenino. Transcurridos seis meses –durante los cuales Höy aprendió a pintar– los liberaron y fueron conducidos nuevamente a Noruega, donde los recibió la policía de ese país. Llegaron al pueblo de Kongsvinger.  

Helena, la esposa de Gunnar, fue liberada, pero él fue llevado detenido a la Fortaleza de Kongsvinger. Se lo interrogó, se lo investigó y se indagó acerca de su pasado. Después fue llevado a juicio, y el 7 de agosto de 1946 recibió una pena de 4 meses de prisión, que le dieron como cumplida por el tiempo que ya había pasado recluido a la espera del veredicto. Volvieron a la casa del bosque.

Luego de todos los pasos burocráticos de rigor para emigrar a Sudamérica, varios años después subió con su familia a bordo de un pequeño barco de transporte de cargas que podía llevar entre diez y doce  pasajeros. Pero no eran los únicos; entre otros, también viajaban en esa embarcación hacia Argentina Unni, esposa de Arne Hoyggard, y los dos hijos de la pareja, Bernt y Sidsel. El viaje duró dos meses, tras los cuales llegaron a Buenos Aires.

Una vez allí, tomaron el tren a Salta. El pequeño Tore, primer hijo de Gunnar y Helena, tenía seis años cuando lo recibió un país, una cultura y una lengua distintos, y fue enviado a Molinos unos meses para que aprendiera el idioma de la tierra adoptiva. “Cuando volví, ya hablaba el español mejor que ellos” me contó muchos años después. El segundo hijo de la pareja, Andrés, nacería en 1955 en Aguaray, donde residía el doctor Kjeld Christensen.

Los primeros tiempos los vieron transcurrir en una pensión que se encontraba en calle Córdoba, primera cuadra; según recuerda Tore Höy, se la conocía como Pensión Pons. Por aquel entonces además de abrirse paso económicamente con la máquina de coser Brothers, que se mencionó antes, Gunnar también dedicaba parte de su tiempo a la pintura. De a poco, fue tejiendo su historia hasta ingresar, en 1954, al Museo de Ciencias Naturales de Salta, dependiente  por entonces de la Universidad Nacional de Tucumán. Y allí comenzó la tercera vida de Gunnar Höy -después de su vida de gimnasta y de la que tuvo como soldado-, la que lo llevaría a convertirse en uno de los principales artífices de los estudios ornitológicos en la región durante la segunda mitad del siglo XX. 

Además de estudioso de las aves, Höy era un delicado taxidermista. Sobre su trabajo en el Museo de Ciencias Naturales de Salta, el ornitólogo Martín de la Peña3, que lo conoció en 1976 y trabó amistad con él, en el Obituario publicado en la revista El Hornero, publicado recién en 2005, muchos años después del fallecimiento de Höy, contó que “gracias a su trabajo y por intermedio de sus relaciones, el museo de Salta tomó un nivel internacional, estableciéndose contactos con especialistas de Chicago, Nueva York, Los Ángeles y Berlín, entre otros”. Se especializó en nidos y huevos, y sus trabajos científicos aparecieron en diversas publicaciones y en varios idiomas. El nombre especifico de una lechucita, Megascops hoyi, está dedicado a él, como así también los nombres de dos subespecies de aves: Geositta rufipennis hoyi y Spinus magellanicus hoyi.  En 1990 la Asociación Ornitológica del Plata tomo la decisión, comunicada en nota del 20 de enero de 1991, de designarlo Socio Honorario de la institución “en mérito a su permanente aporte al conocimiento de la avifauna argentina merced a su dilatado y fecundo desempeño como ornitólogo, de los cuales –dice la nota firmada por Edmundo R. Guerra y Elsa M. de Stein– es usted decano en la Argentina4”.

Gunnar Arthur Höy trabajó en el Museo de Ciencias Naturales de Salta hasta su jubilación, en 1987. Falleció el 25 de octubre de 19975.

Notas:

1. Diario El Tribuno, Salta. Obituario, página 27, jueves 21 de julio de 1983.

2. Tordis Helene Olsen de Höy, nació el 13 de abril de 1918 y falleció el 3 de noviembre de 1988.

3. De la Peña, Martín R. 2005. Obituario - Gunnar Höy (1901–1996). Revista el Hornero. 20(2):197–198, Aves Argentinas / Asociación Ornitológica del Plata. Buenos Aires.

4. Fotografía del documento en poder del autor.

5. Diario El Tribuno, Salta. Obituario, página 45, miércoles 29 de octubre de 1997.

sábado, 19 de agosto de 2023

Vito Giuseppe Passamai

EL ARTISTA PICAPEDRERO

Por Elio Daniel Rodríguez

Detalle del bebedero triple de plaza 9 de Julio, Salta. 
Fotografía: Elio Daniel Rodríguez

Don Vito Giuseppe Passamai llegó a la Argentina en 1926, alejándose del fascismo que tomaba cada vez más fuerza en su Italia natal. Había dejado en aquel país a su esposa y dos hijos. Uno de ellos vino a conocerlo 25 años más tarde, en 1951, y si bien la intención seguramente era regresar a Europa con él, no pudo convencerlo, así es que después de muchos vanos intentos, decidió el mismo afincarse en esta nueva tierra. Hizo venir a su prometida, se casó con ella y echó raíces en este rincón de América, en donde estaba su padre.

Pocos salteños lo saben, pero cada vez que transitan por la Plaza 9 de Julio una parte del legado de don Vito es testigo de sus pasos. Porque los bebederos de piedra, con sus copas y pedestales, son obra de su tesón y prolijo empeño; como los son también los curiosos cuencos y ruedas emplazados justo enfrente de la Catedral; o los monolitos que rodean el busto de la educadora Mercedes Arancibia ubicado a las puertas de la Escuela Urquiza; o las obras en piedra de la plazoleta en la intersección de San Martín y Buenos Aires; o el pedestal del busto de Sarmiento -que hoy está en desuso ya que el busto fue colocado sobre un pedestal de cemento-; o el pórtico del antiguo Jardín Incaico, hoy tristemente desaparecido; o la fuente del paraguitas; o la de la estrella; o el escudo a los pies del mástil en el Parque San Martín; o los bancos de piedra; o el libro abierto, también en piedra, del Matadero Municipal…

La materia prima venía de La Pedrera. La transportaba él mismo, y la extraía a veces valiéndose de explosivos para separar los grandes trozos del material que le proveía la tierra, siempre generosa.

Sus amigos le decían “don Víctor” y en la municipalidad lo conocían como “el picapedrero”. Le llamaran como le llamaran, él era un artista y, quizás como testimonio de su amigable confraternidad con la tierra que lo acogió, a las pocas obras que firmó le inscribió como nombre del autor un argentinizado “Víctor Passamai”.

Hacía que la piedra se transformara en los más variados objetos para uso y deleite de paseantes y transeúntes, y gracias a sus manos habilidosas la veía renacer bajo la forma de bebederos, adornos, portales y bancos.

En estos tiempos en los que todo se hace para no durar demasiado, resultaría extraño tal vez el trabajo de aquel artista de la piedra, que transpiraba su talento con ansias de eternidad.

Mientras iba sacando belleza de la dura roca, fumaba en pipa. Dicen que se valía, para su oficio esforzado, de pocas herramientas; apenas dos o tres a las que sus manos y su ingenio sabían sacarle el mejor provecho. Le alcanzaban un martillo, un cincel y alguna sencilla cosa más. No le hacía falta ningún otro elemento, porque todo lo compensaba con sus ganas y con la alegría que le daba el ver surgir del seno duro de la roca, la creación sensible de su ingenio escultórico.

La paga era escasa, apenas 4 pesos por día. Por eso, cuando quiso no pudo volver a visitar su amada Italia. Falleció el 21 de agosto de 1969, a los 72 años. Pero la historia no termina ahí; existe un documento, fechado en Italia el 15 de septiembre de 1970, en el que se lo designa “Cavaliere dell’ Ordine di Vittorio Veneto”. La Orden de Vittorio Veneto se estableció en marzo de 1968 para «expresar la gratitud de la Nación» a aquellos que, después de haber luchado durante al menos seis meses durante la Primera Guerra Mundial o conflictos anteriores, habían logrado la cruz del mérito de guerra. El Jefe de la Orden, que comprendía una sola clase de Caballeros, era el Presidente de la República de Italia. Este honor era otorgado por decreto del jefe de Estado a propuesta del Ministerio de Defensa. La vida a veces tiene esas cosas; don Vito fue artista picapedrero en Salta y poco después de su muerte se lo nombró Caballero de Italia. Él, que estaba acostumbrado a extraer belleza de las piedras, había conocido alguna vez los horrores de la guerra.

Ahora nos queda su obra; una obra bella, útil y tan luchadora contra los perjuicios del tiempo como lo puede ser la dura matriz de nuestros cerros. Ahí está, en la piedra, el espíritu sensible del picapedrero que hizo de su oficio un arte imperecedero.


A modo de reflexión:

Por haber hecho nuestros paseos públicos, plazas y parques más hermosos, tenemos una deuda de gratitud para con don Vito Giuseppe Passamai. Su legado perdura ante la indiferencia de muchos y es hora de otorgar el debido valor a su trabajo fecundo, sensible y esforzado. Varias de sus obras van deteriorándose o sufren vandalismo sin que se haga nada por proteger el tesoro surgido de las manos y el corazón de este italiano, hábil e ingenioso picapedrero, que una vez, hace mucho, hizo de este suelo su casa. Hay fuentes de agua que no funcionan y piedras que se desprendieron del lugar en el que originalmente estuvieron. La carismática Fuente del Paragüitas fue quitada de su lugar hace varios años y permanece arrumbada en la Planta Hormigonera Municipal. No puede permitirse que este valioso patrimonio común languidezca hasta desaparecer. Depende de todos, pero fundamentalmente de quienes tienen responsabilidades de decisión, que la obra de este artista siga deleitando a salteños y turistas.


Arriba: La Fuente del Paragüitas, obra en piedra realizada 
por Vitto g. Passamai y que por muchos años formó parte de 
momentos muy felices de una enorme cantidad de salteños y turistas. 
Abajo: La obra, tal cual permanece en la actualidad, arrumbada en la 
Planta Hormigonera Municipal.





martes, 8 de agosto de 2023

Cerqueros de collar - El lugar más maravilloso del mundo

MIS PINTURAS DE NATURALEZA

    Una pareja de cerqueros de collar deambula por la hojarasca, mientras algunos rayos del sol de la mañana se filtran, tenues, a través del ramaje. Es otoño. Las aves, habitantes de las selvas y los ambientes boscosos, se mueven en el suelo y en los estratos bajos, y, seguramente, un área tapizada de hojas secas, con la vegetación protectora por encima y la luz bañando apenas la atmósfera, es uno de los mejores lugares que, en el mundo, un cerquero puede encontrar.

Técnica y soporte: Óleo sobre tela.

Medidas: 50 x 30 cm. 

Año: 2008. 

Autor: Elio Daniel Rodríguez. 


sábado, 5 de agosto de 2023

Unas palabras sobre el paisaje y la vida en las alturas*

 LA PUNA Y LOS ALTOS ANDES


Quien haya creído haber pasado por un desierto probablemente deshabitado mientras alguna vez transitó raudamente un camino de la Puna y atravesó los Andes habrá estado equivocado.

Tal vez haya querido escapar de sus dominios inmediatamente el que miró la cordillera sin verla. Pero bueno es saber que este lugar sólo excepcionalmente enamora en la primera cita; a estas alturas hay que conocerlas en su intimidad para comprenderlas, para quererlas, y así, al cabo tal vez de algunos desencuentros, sentirlas parte de uno.

Las laderas escarpadas, las estepas inmensas y los arroyos helados son el hogar de una multiplicidad de seres vivos, animales y plantas, que en una primera impresión resulta difícil de imaginar.

Es menester tener la experiencia de la sal crujiendo bajo los pies en los salares inmensos, del viento helado arrancando lágrimas, y del asombro ante el cielo azul, inconmensurable, gigante, y frente al cual nos sentimos inclinados a comprender la verdadera esencia de nuestra dimensión.

A pesar de sus rigores, ésta es la tierra que una importante variedad de plantas ha sabido conquistar y que muchos animales han elegido para vivir y para criar a su descendencia, lo que es lo mismo que hacerla su patria.

Conocer su vida y sus historias es maravillarnos a cada instante, y es, al mismo tiempo, enriquecernos como personas, y la oportunidad para volvernos mucho más humildes. Para el que verdaderamente ha tomado contacto con estos paisajes, complicada es la tarea de olvidarlos.

Porque el que vio pasar al menos una fracción mínima de su vida en los rincones puneños y altoandinos, siempre los estará recordando; periódicamente estará volviendo. El conjunto de las aves que los habitan constituye una parte inmensamente bella de lo que son y de lo que representan. Los flamencos y los cóndores, las avocetas y los colibríes, las guayatas, las camineras y las dormilonas conforman un rico y diverso elenco de biodiversidad, que todo aquel que ama la naturaleza está llamado a conocer y que todos estamos obligados a proteger.

*Del libro “Aves de la Puna y los Altos Andes del Noroeste de Argentina”, de Elio Daniel Rodríguez. Mudo Editorial. Salta. 2011.


sábado, 15 de abril de 2023

Anfibios del noroeste argentino

UNA LUCHA CONTRA LA EXTINCIÓN

    Esteban O. Lavilla es tucumano y nació en 1955. Es doctor en zoología y se desempeñó durante largos años en la Fundación Miguel Lillo, en Tucumán. Desde chico, sintió una profunda atracción por el universo de los anfibios y hoy ve con preocupación el porvenir de este grupo de animales a los que dedicó una parte importante de si vida ¿Qué les pasa a los anfibios en el noroeste argentino?

Por Elio Daniel Rodríguez

- ¿Cuál es la situación, en lo que a conservación se refiere, que atraviesan los anfibios en el noroeste argentino?

    Para contextualizar la respuesta a esta pregunta, debemos recordar que, desde mediados de la década de 1980, estudiosos de diferentes regiones del mundo comenzaron a percibir que algunas poblaciones de anfibios, otrora saludables, mostraban una notable declinación en su número o habían desaparecido por completo. Esta situación, que cada uno de nosotros creyó que ocurría a nivel local, se demostró que tenía escala planetaria. Treinta años después, la situación no solo no se ha revertido, sino que fue empeorando paulatinamente, y hoy muchas especies de anfibios, a nivel mundial (y también en el noroeste argentino) muestran una situación preocupante.

    El problema de las declinaciones poblacionales y extinciones no afecta a todas las especies por igual. Refiriéndonos al NOA, aquellas que viven en la llanura chaqueña aún conservan algunas poblaciones saludables, mientras que las que viven en las selvas de montaña y en las regiones puneñas y altoandinas andinas muestran poblaciones en un estado de mayor vulnerabilidad.

- ¿Cuáles son las principales amenazas que atentan contra la supervivencia de las especies de este grupo de animales en nuestra región?

    Las causas son múltiples y actúan de manera sinérgica. Una amenaza de gran impacto es la relacionada con las pérdidas irrevocables de hábitats debidas a diversas razones, incluyendo, entre otras, la expansión de la frontera agropecuaria, a la minería a cielo abierto, la explotación de hidrocarburos y el crecimiento urbano no planificado. Para ejemplificar el efecto multiplicador y complejo de las actividades humanas, tomemos el primer caso, ejemplificándolo con las acciones alrededor de un cultivo de soja. Como primera medida, un espacio natural en el que se desarrollaba una comunidad animal-vegetal integrada por numerosísimas especies es sometido a tala rasa, con frecuencia seguida de fuego que deja la tierra yerma. A continuación, se siembra una sola especie, que para que prospere y sea económicamente rentable necesita de agroquímicos. Estos son de varios tipos, pero podemos dividirlos en tres categorías, los fertilizantes, los plaguicidas y los herbicidas.

    Los plaguicidas son venenos que matan todo (aunque las propagandas digan lo contrario), por lo que no es necesario detenernos a ampliar el concepto. Los fertilizantes, por su parte, agregan sobre todo nitrógeno y fósforo al cultivo, y luego de las lluvias son arrastrados a charcos, lagunas y otros cuerpos de agua, donde se reproducen anfibios. Ese exceso de nutrientes en el agua provoca el crecimiento desmesurado de vegetación, que consume todo el oxígeno disuelto, con lo que la fauna que vive en esos ambientes muere. Y con respecto a los herbicidas, la soja que se cultiva en el NOA es transgénica, y está desarrollada para resistir la acción del glifosato (C3H8NO5P), un herbicida total de amplio espectro, que en sus formulaciones comerciales ha demostrados poseer efectos nocivos no solo contra otros vegetales, sino también sobre los animales en general y el hombre en particular, aunque oficialmente se niegue su acción carcinógena.

    Y para colmo de males, y en especial para los anfibios, quizás relacionado esto con alteraciones de diversa magnitud de la temperie, atribuidas a procesos todavía no cuantificados de cambio climático, local y global, han surgido una serie de las llamadas enfermedades emergentes, producidas por hongos y virus que atacan especialmente a los anfibios, diezmando sus poblaciones.

- ¿Hay casos ya en nuestras provincias de especies severamente amenazadas o acaso ya se han producido extinciones de algunas de ellas?

    Las dos especies de anfibios que se han declarado formalmente extinguidas en la República Argentina, Telmatobius ceiorum y Telmatobius laticeps, vivían en el noroeste argentino. La primera en la selva de montaña de la vertiente oriental de las Cumbres Calchaquíes y Nevados del Anconquija, y la segunda en el Valle de Tafí, en Tucumán. Otras severamente amenazadas en la región NOA incluyen las tres especies de ranas marsupiales del género Gastrotheca, las otras especies andinas y puneñas del género Telmatobius, a la que se suman el sapo del Baritú, Rhinella rumbolli, la rana mono Phyllomedusa boliviana, la rana de las vizcacheras Leptodactylus laticeps y las ranas de desarrollo directo del género Oreobates.

- ¿Cuántas especies habitan actualmente el NOA?

    Alrededor de 70 especies, muchas de ellas microendémicas, es decir, que poseen una distribución muy limitada, siendo conocidas de una o de muy pocas localidades.

-Y de las que están en serio peligro, ¿cuáles son las más comprometidas?

    Sin dudas, las ranas altoandinas del género Telmatobius, las ranas marsupiales del género Gastrotheca y las dos especies de desarrollo directo del género Oreobates.

-Siempre hablando de la región noroeste, ¿podría suponerse que aún hay especies que no conoce la ciencia y que esperan aún ser descubiertas?

    Sí. Seguramente hay muchas especies todavía desconocidas a lo largo de la cordillera de los Andes, de los valles interandinos y de la selva de montaña (Yungas). Además, estudios citogenéticos y moleculares sobre especies “comunes” y de amplia distribución geográfica han mostrado, en algunos casos recientes, que en realidad no se trataba de una sino de un mosaico de especies crípticas, es decir, de morfología muy similar.

¿Qué implicancias puede tener para los ecosistemas la desaparición de una especie de anfibio o de varias de ellas, como se dice que está actualmente ocurriendo en el mundo?

    Los ecosistemas pueden ser vistos como súper-organismos extremadamente complejos, en el que las plantas y los animales han interactuado entre sí y con el ambiente durante miles de años. Esa interacción ha llevado a un proceso de ajuste conocido como co-evolución, en el que cada organismo influye sobre, y es influido por, todos y cada uno de los restantes integrantes del sistema. La pérdida de uno de estos componentes provoca un desequilibrio, que en condiciones normales puede ser restaurado por la incorporación de otro(s) componente(s) al sistema, pero cuando las alteraciones son de proporciones pueden tener lugar efectos cataclísmicos. Volviendo a la figura del súper-organismo, imaginémonos a nosotros, y cómo sería nuestra calidad de vida si nos extirparan definitivamente alguno de los miembros u órganos que nos componen...

- ¿Es equivalente lo que está ocurriendo en nuestra región con los anfibios a lo que está sucediendo en el mundo?

    Para esto no hay una respuesta unívoca. La declinación poblacional y las extinciones son fenómenos globales, pero en cada región hay componentes que pueden marcar algunas diferencias. Argentina, como muchos países en vías de desarrollo, basa su economía en un modelo exportador de recursos agropecuarios, mineros y de hidrocarburos con poco o ningún valor agregado, lo que se traduce en acciones directas sobre el ambiente. Además, desde la implantación de doctrinas políticas neoliberales, con eliminación de restricciones y retenciones a las exportaciones, la expansión de la frontera agropecuaria y los pedimentos para explotaciones mineras se han visto incrementados, lo que implica que en el país se reducen a pasos agigantados los pocos espacios naturales que aún existen.

- Cuénteme, por favor, algunas peculiaridades de los anfibios; es decir ¿qué los hace especiales o diferentes a otros grupos animales?

    Las características que hacen de los anfibios un grupo de un tremendo valor científico y práctico son numerosas. Más allá de su papel como reguladores de poblaciones de invertebrados real o potencialmente nocivos, y de su rol como alimento de otras especies, particularmente reptiles y aves, los anfibios son los vertebrados más avanzados que poseen el número más elevado de modos de reproducción y desarrollo y que conservan un estado larval de vida libre, lo que permite realizar estudios de elevado valor teórico. Entre los aspectos aplicados, se puede afirmar sin lugar a dudas que la piel de los anfibios es la “farmacia” más rica de la naturaleza, y que las glándulas allí contenidas desarrollan productos biogénicos de marcado interés farmacológico, incluyendo el analgésico más potente que se conoce, los reguladores de tensión arterial más eficientes, miorrelajantes, antivirales, antiácidos y muchos más.

- ¿Qué lo llevó a usted a comenzar a interesarse en estos animales?

    No creo que a los cinco o seis años de edad haya tenido una razón consciente para interesarme en los anfibios, pero no recuerdo mi niñez (y de hecho, mi vida) sin estar relacionado de un modo u otro con ranas, sapos y escuerzos...

- Y de todas las cosas que ha estudiado u observado en lo referente a ellos ¿qué es lo que más lo ha sorprendido o lo que más ha llamado su atención?

    Con respecto a los anfibios casi todo es sorprendente, pero para poder realizar estudios que llegaran a un fin, dediqué buena parte de mi vida profesional al estudio de su reproducción y desarrollo, focalizando especialmente en la morfología y anatomía de las larvas (los renacuajos), y los cambios que se producían para alanzar el estado adulto, en ese complejo proceso conocido como metamorfosis.

- ¿Tienen esperanzas los anfibios en nuestra región?

    Desde lo emocional, quiero pensar que el hombre, en algún momento, tomará conciencia de que aislado del entorno natural (no solamente de los anfibios), no podrá sobrevivir, y ayudará a la preservación de los recursos naturales Desde lo racional, y viendo las acciones llevadas a cabo en los últimos 50 años, estoy profundamente desesperanzado.

- Y la última: ¿por dónde debemos comenzar para asegurar la supervivencia de las especies que aún nos quedan?

    Estoy convencido que la solución de los problemas de la preservación de los recursos naturales en general, y de los anfibios en particular, ha dejado de ser una tarea de los biólogos, para pasar a ser una asignatura pendiente de los tomadores de decisiones a nivel gubernamental. El conocimiento científico para lograrlo ya fue generado y mucha de la legislación necesaria ya existe. Lo que hace falta ahora es una política de estado que asegure su aplicación y continuidad en el tiempo. Sin embargo, con un ministro de Ambiente de la Nación que justifica su ignorancia en el área que le compete diciendo que las cuestiones de ambiente son cuestiones de sentido común, estas acciones entran en el plano de las utopías...



sábado, 18 de marzo de 2023

Por amor a la vida

LIBRO DE TITO NAROSKY Y ELIO DANIEL RODRÍGUEZ

La Tierra es hermosa y diversa, pero parte importante de su riqueza y de sus animales y plantas están en peligro como consecuencia del accionar, en muchos casos irresponsable, del ser humano. En este libro, Tito Narosky y Elio Daniel Rodríguez, dialogan sobre el modo en que nace el apego hacia lo natural, la forma en que nos comportamos las personas con el mundo que nos rodea, y también la creencia en Dios y la posible conexión del carácter de esta idea con la manera en que nos relacionamos con la vida salvaje. Además, abogan por un nuevo tipo de vinculación entre nosotros y nuestro maravilloso planeta, repasan algunas de las posibles causas del problema y plantean probables escenarios de solución, en los que el cambio de paradigmas, la reflexión y el amor adquieren especial importancia. Lo hacen con la urgencia y en ciertas ocasiones la crudeza que la cuestión requiere, pero también con afecto hacia la especie de la que son parte y movidos por la esperanza. Lo hacen, es claro, por amor a la vida.

Nombre del libro: Por amor a la vida.

Autores: Tito Narosky y Elio Daniel Rodríguez.

Editorial: Noroeste Salvaje Ediciones.

Edición: Rústica.

Medidas: 15 x 22 cm.

Páginas: 204.

Año: 2021.

Envíos: A todo el país a través de Correo Argentino.

Para más información: WhatsApp +54 9 387 4738691.

 

sábado, 11 de marzo de 2023

Dominó Mariposas del Noroeste

¡PARA COMENZAR A CONOCER EL MUNDO DE LAS MARIPOSAS!

Noroeste Salvaje les presenta un clásico juego, ahora con precisas y detalladas ilustraciones de siete especies de mariposas que habitan el noroeste argentino, ilustradas por Elio Daniel Rodríguez. La caja contenedora incluye los nombres científicos y comunes de las especies representadas en el juego.

El juego fue presentado en comunidad en 2020 y aborda un universo casi desconocido para el no especialista, el mundo de nuestros lepidópteros.

Todas las especies representadas habitan en diferentes ambientes del noroeste argentino y varias se encuentran también en otras regiones del país, por lo que el juego puede convertirse en una divertida introducción en los secretos de seres pequeños, coloridos y fascinantes, como son las mariposas.

¡No dejen de volar y divertirse con las mariposas!

Por consultas, pueden enviar sus mensajes de WhatsApp a los teléfonos 0387-4738691 o 0387-5831781. También pueden realizar las preguntas que deseen dejando un mensaje en nuestro Facebook: Noroeste Salvaje.

 


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